A partir de los 30, las arrugas empiezan a asomar en nuestra cara. Muchas de ellas son de expresión aunque poco a poco empiezan a aparecer las llamadas arrugas estáticas. Si os habéis fijado en los cambios de un rostro que envejece, os habréis dado cuenta que según pasan los años el tercio medio de la cara se aplana. ¿Qué quiero decir? Pues que cuando somos jóvenes tenemos unos pómulos marcados y que a medida que va pasando el tiempo se van difuminando por atrofia de depósitos grasos de la cara. Esto se traduce en que la piel turgente de la cara se vuelve flácida y cae y se acentúan de entrada los surcos nasogenianos y más tarde los jaw, es decir las arrugas formadas a nivel de la línea mandibular por la caída de la piel de las mejillas.
Así pues, para rejuvenecer el aspecto de una cara envejecida y flácida, se pueden combinar dos tratamientos:
- El estiramiento: se puede hacer con cirugía, el conocido lifting, o con hilos tensores (de este tema os hablaré más adelante en otro post).
- El restablecimiento de volúmenes.
Hoy me centraré en explicaros este segundo tratamiento que se utiliza para recuperar un rostro más firme a partir de diferentes tipos de relleno, como son el ácido hialurónico o la propia grasa de la persona que se somete al relleno.
Cuando le comento a una paciente que le vendría bien mejorar su pómulo o surcos a menudo me preguntan cuál es la mejor opción. Desde mi punto de vista, el producto a utilizar para rellenar depende de la zona o zonas que queramos tratar.
Si la paciente desea mejorar solamente el surco nasaogeniano o rellenar un poco los labios, lo más sencillo es utilizar ácido hialurónico en la consulta. Se trata de una inyección que se realiza en la clínica con una duración menor a diez minutos, rápido y sencillo. Además es más económico. La duración del efecto del relleno depende de la zona que intentes levantar aunque aproximadamente son unos nueve meses.
Sin embargo, la cosa cambia cuando lo que se quiere es rellenar un rostro completo, mejorar la cara en general (pómulos, surcos, mandíbula…). En estos casos suelo explicar las diferencias entre hacerlo con ácido hialurónico o con la grasa de la propia paciente.
Las ventajas de hacerlo con ácido hialurónico (o con otro producto) es que es rápido, más económico y sencillo de realizar en la consulta. Pero el resultado es temporal, más o menos en un año o año y medio se deberá repetir el proceso para mantener el aspecto firme conseguido.
La otra opción cada vez más de moda es lo que conocemos como lipofilling, es decir, el relleno con la propia grasa de la paciente. Se realiza una mínima liposucción y la grasa extraída se procesa para poder rellenar las zonas que se quieren levantar. Este procedimiento es algo más caro, se tarda más en realizarlo y dependiendo de las zonas a tratar se recomienda hacerlo en quirófano con sedación para que no moleste. Sin embargo, el resultado es más espectacular y duradero en el tiempo.
Con la grasa se pueden conseguir grandes resultados. Es curioso también que procesando la grasa con la técnica de nanofat podemos mejorar el color oscuro de las ojeras moradas, algo que hasta la fecha no tenía solución.
La elección final siempre es de la paciente aunque es bueno dejarse aconsejar por un buen profesional. En mi opinión, existen arrugas que forman parte de nuestra personalidad y manera de ser. Y una cara totalmente lisa y estirada es una cara inexpresiva. Con estos tratamientos de relleno se pueden hacer desaparecer algunas arrugas o suavizarlas, depende de cada una. Como ya sabéis, no es cómo te ves, es como te sientes. Con o sin arrugas.